Por los muchos caminos de Dios - I
ASETT

Prólogo de Pedro CASALDÁLIGA

 

   
 

Por los muchos caminos de DiosTodas las personas creyentes estamos más o menos de acuerdo en que, creyendo, nos referimos a un solo Ser supremo. Muchos estaremos de acuerdo también en que nos referimos al mismo Dios, sólo que invocado con diferentes nombres: “El Dios de todos los nombres” lo proclamamos en el I Encuentro Macroecuménico de la APD, Asamblea del Pueblo de Dios, en las alturas de Quito.

Pero a la hora de sistematizar y organizar intelectual, cultual y moralmente las relaciones o religaciones –la Religión– con ese Dios único, nos dividimos, nos distanciamos y fácilmente nos enfrentamos; como enemigos; y en nombre de Dios. Dios uniría, la Religión nos separa.
Recientemente –después de muchos siglos de distancias y riñas– se viene despertando en ciertos sectores de la Humanidad religiosa la conciencia, culpada por acción y por omisión, de ese mal que aqueja a las Religiones. Y surge, como una vocación humana y divina, la voluntad inquieta, a tientas, pero esperanzada, de asumir el desafío mundial de transformar en bien de diálogo y colaboración el mal de las incomprensiones y las guerras religiosas.

Un desafío que afecta prácticamente a todas las Religiones, pero más concretamente a las Iglesias cristianas, por su trayectoria de misión, con frecuencia colonizadora, y por su teología, de dogmatismo, tradicionalmente excluidor. La acusación de “arrogancia cristiana” que se hace a la teología bíblico-eclesial con respecto a la crisis ecológica, puede hacerse, con demasiada frecuencia, desde un ayer que todavía sigue hoy en muchas cabezas cristianas, con respecto al diálogo de las Religiones y al pluralismo religioso...

El Concilio Vaticano II, finalmente, llegó a admitir la libertad de conciencia, y reconoció en las Religiones espacios de salvación. Empezaba una era de diálogo, no sólo intraeclesial o ecuménico sino también entre la(s) Iglesia(s) y las Religiones, macroecuménico. Muy modestamente aún, con muchas reticencias; más en declaraciones genéricas y en gestos solemnes que en una connatural convivencia de intercambio fraterno.

Aparecieron los teólogos pioneros, a veces incomprendidos y hasta censurados por las instancias oficiales, porque las instituciones siempre son reacias a la libertad y a la novedad. Se vienen multiplicando los textos, los encuentros, las declaraciones acerca del tema. El diálogo interreligioso, el macroecumenismo, el pluralismo religioso han pasado a ser un descubrimiento o una asignatura reconocida como pendiente. En el entusiasmo matinal o bajo sospecha, el asunto está imponiéndose irreversiblemente. Hay quien juzga incluso que es “el” asunto del día para la reflexión teológica, por las implicaciones que trae consigo. Porque el asunto es complejo y nuevo y trastorna todos los esquemas tradicionales. Basta con leer un índice de un número monográfico de revista y nos encontramos, puestas en pie, las mayores cuestiones de la Religión y de la Sociedad; relativizando lo que es relativo y absolutizando lo que es absoluto: Dios es Dios y la Humanidad es su “problema” y su “sueño”. La Religión, se nos recuerda, es una simple mediación. Michael Amalados, director actualmente del Instituto por el Diálogo entre las Culturas y las Religiones, de Chennay, Madras, insistía recientemente en un axioma fundamental para la paz interreligiosa: “La Religión es para el Ser Humano, no el Ser Humano para la Religión”.

En esta línea, de actualidad y de enfoque, nos llega este libro de ASETT-LA (la Comisión Teológica de la Sección Latinoamericana de la Asociación de Teólogos/as del Tercer Mundo). Un libro–iniciación, “para abrir el apetito”. Primero de una serie, en varios países. Provocando básicamente las siguientes reflexiones mayores, desde una visión latinoamericana de teología de la liberación:

-Intolerancia religiosa vs. pluralismo religioso.
-El pluralismo religioso vivido por las teologías índias, afroamericanas y feministas.
-El diálogo entre la teología de la religión y la del pluralismo religioso
-La liberación de los pobres como criterio hermenéutico.
-La nueva espiritualidad emergente del pluralismo religioso.
-Pluralismo de principio o de derecho y no sólo pluralismo de hecho.
-Un nuevo espíritu misionero…

Caminar “Hacia una Teología Liberadora de las Religiones”, es la pretensión de la serie de libros programada por la Comisión Teológica de la ASETT-LA.

Me parece elemental y fundamental destacar siempre en el diálogo interreligioso el contenido y el objetivo de este diálogo. No se trata de sentar las Religiones en una tertulia para que discutan más pacíficamente sobre Religión, vueltas sobre sí, narcisísticamente. El verdadero diálogo interreligioso debe tener como contenido y como objetivo la Causa de Dios que es la propia Humanidad y el Universo. Y en la Humanidad la Causa prioritaria es la gran masa empobrecida y excluida; y en el Universo la Tierra y el Agua y el Aire profanados. La Justicia y la Ecología, la Libertad y la Paz, ¡la Vida! Poniendo la cabeza y el corazón en el suelo de la realidad escribe, en su texto, Marcelo Barros: “El camino para la teología del Pluralismo Cultural y Religioso en América Latina es el de la base, de la inserción y de la solidaridad. Para retomar un modo de hablar común cuando se discute el Pluralismo, esta teología nueva no es cristocéntrica y menos aún eclesiocéntrica. Sería “vidacéntrica”, esto es, centrada en el proyecto de Vida para todos”. Lo cual no debería sabernos como nuevo a quienes intentamos seguir a Aquél que vino “para que todos tengan Vida y Vida plena”. La Religión es para la Vida. El verdadero Dios es Justicia y Liberación y Amor.

Con Hans Küng se repite oportunamente, hoy más que nunca, que no habrá paz entre las naciones si no hay paz entre las religiones, y que no habrá paz entre las religiones si no hay diálogo entre ellas. Debe añadirse que este diálogo será inútil, y hasta hipócrita y hasta blasfemo, si no se vuelca sobre la Vida y sobre los Pobres, sobre los Derechos Humanos, que son Derechos Divinos también. “Las Religiones –afirma el obispo de Argel, Henri Tessier– han de someterse al juicio de la conciencia universal en su esfuerzo por descubrir los Derechos Humanos y promoverlos”.

Comprometido y politizado, por Dios y por sus Pobres, este libro quiere ser eco y voz de un fecundo casamiento que empieza a celebrarse entre la teología del pluralismo religioso y la teología de la liberación. “Muchos pobres, muchas Religiones”, titulaba José María Vigil su artículo en un número monográfico de la revista Éxodo, como apuntando el filón. Esta teología, casada, es la adecuada y urgente teología del Tercer Mundo, la teología del mundo globalizado para mal y para bien, la teología del Dios vivo y vivificador y de nuestra única Humanidad perdida y salvada.

La Verdad es caminante, como las personas, como la Historia, como el Dios vivo que nos acompaña. No es mía ni tuya, es nuestra o somos de ella, mejor. Antonio Machado nos advierte: “¿Tu verdad? No, la Verdad, / y ven conmigo a buscarla...”

Por los muchos caminos de Dios en que Él se cruza con la Humanidad, creándola, acogiéndola, buscándola, avanzamos religiosamente plurales, hijos e hijas del Dios único, hermanos, hermanas en su Familia Humana. Seamos cada vez más conscientes de esa unidad fundamental y de la enriquecedora pluralidad con que podemos y debemos vivirla, a camino de la común Casa paternomaternal. Para esa “caminada”, este libro es un guía oportunísimo.

 

   
 

Pedro CASALDÁLIGA
São Félix do Araguaia, MT
Brasil


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